jueves, 29 de diciembre de 2011

Ataviado en hielo

 Ataviado en hielo
avanza el caballero.

Grandes tsunamis,
tifones colosales
rocío de azafrán,
Desierto de alegrías, calores de un volcán.
No son para sí
[más que
Grises lágrimas de arena,
calmas propias
de una gran tempestad,
Campo de cenizas, cenizas de un volcán.

Y ataviado en hielo,
avanza el caballero.

Anochece un día duro,
el sol se acuesta esplendoroso,
su paño frío y sudoroso,
despide al caballero oscuro.
Un segundo sol lo saluda,
como el otro, es ardiente
[evidente,
el caballero no lo es,
y por naturaleza,
le hinca el diente.

Ataviado en hielo,
avanza el caballero.

Muerta la estrella, renace el caballero.
Agujero del que nunca sales,
la existencia lo es todo para ti,
no es la luz sino tu aperitivo,
no es la oscuridad sino tu destino,
pues tu existencia es singular
[consiste en crecer]
tu crecer es proyectar sombras,
extirpar el alma al curioso,
Caballero de las tinieblas:
oscuridad es su nombre,
devastación, su apellido.

 Ataviado en hielo,
avanza el caballero.

--No está vivo, no es inerte:
Es el soplo de la muerte.

Y cien caballeros caminan al compás
de una marcha nupcial.
¿Cómo hablarle de la vida a aquél que no la percibe?
¿Cómo hablarle de la muerte a aquél que no la recibe?
Mira y observa, van a por ti.
Pues Cien caballeros caminan al compás
de tu réquiem mortal.

--Estás vivo, vives y mueres:
Que el gris de tu alma nunca se adueñe.

Grandes tsunamis,
tifones colosales
rocío de azafrán,
Desierto de alegrías, calores de un volcán.
No son para sí
[más que
Grises lágrimas de arena,
calmas propias
de una gran tempestad,
Campo de cenizas, cenizas de un volcán.

{Ataviado en hielo,
agoniza el caballero:
La fiera luz devastada
a su alma carcome,
a su desidia se impone,
a su vida le propone.}
{Lo cual no es más que un sueño...}...

 ----------

Tal vez sea hora de acostarme.
Ya es la noche. Y hoy será un día duro.
Despido a mi sol, ya alto, muy alto en el cielo.
Quién llamare sol a, no al astro rey más luminoso, sino al que más luz quiere regalarte. Quién te llamara sol con toda devoción, con palabras hechas de la luz que tú misma me otorgaste. Tú.
Y me alzo, alto, muy alto en el cielo, presto a reunirme contigo.
Adiós caballero.
Adiós.

martes, 27 de diciembre de 2011

La Esperanza: Agonía de un deseo

When a man is in despair, it means that he still believes in something
Shostakóvich

Esperar no es sino aceptar el criterio del Tiempo.

El Tiempo es quién da la razón, dirán muchos: Pero son nuestros actos los que definen el futuro. ¿Acaso no está la realidad hecha de sueños? Si deseas algo con todo tu corazón, nunca deberás aceptar el criterio del Tiempo, cuanto el Destino quiera designarte, con lo que resignarte.

Todo cuanto está en tu mano está hecho, y el cronómetro se pone a cero. Cuando lo único que resta es esperar, en la Confianza de que llegue todo cuanto anhelas. Y quieres pensar que esa Confianza está fundamentada en todo cuanto has hecho, pero sabes que no es cierto: Si tal fundamento fuera suficientemente sólido, la mismísima Espera no tendría razón de existencia.

Confianza malfundamentada e inocente.

Se trata de un sentimiento de confianza que nace, o que debe nacer con tal de no caer en la desesperanza, en el deseo de que así ocurrirá. Porque si no ocurre así...
Y es por esos sueños, por ese futuro, por el que se vive y se muere.

La Espera se convierte, llegado a este punto, en un corredor suficientemente emotivo. Y tras el corredor espera ese sueño, por el que vivirás... o morirás.
Tal es el dilema de la Espera, y tal la respuesta de nuestro corazón: confianza, inocencia...

En definitiva, Esperanza.